Descarbonizar edificios: un avance clave en la lucha contra el cambio climático
Las últimas y repetidas inundaciones ocurridas en España son una trágica muestra de la repercusión e impacto que está produciendo el cambio climático sobre las edificaciones. Hace un año, en un post sobre arquitectura resiliente, ya nos hacíamos eco de la gran vulnerabilidad urbana ante los desastres naturales que según todos los expertos van a sucederse con mayor frecuencia y virulencia.
Según el último informe del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC), se espera que la temperatura global suba entre 0,3 y 4,8 grados Celsius este siglo. Esto provocará, además de un aumento del nivel del mar, una mayor frecuencia de inundaciones y sequías que tendrá, como acabamos de ver en España, unas importantes repercusiones sobre las edificaciones.
Para hacer frente a este futuro, no solo debemos modificar la forma de construir, sino que también debemos analizar con mucho detalle el lugar donde hacerlo.
Según Ecologistas en Acción, en España hay más de 50.000 viviendas en grave riesgo de inundación ya que, en contra de la actual legislación, están construidas en cauces de ríos. Según el portavoz de esta organización, «a medio plazo no se puede prever cuánto, cuándo y dónde va a llover, pero siempre se sabe por dónde va a correr el agua”.
Pero la relación de los edificios con el cambio climático es dual, ya que su construcción y posterior operación contribuyen de manera importante a incrementar los GEI (gases de efecto invernadero) lo que, a su vez, provoca alteraciones en el clima con un efecto en ocasiones devastador para las viviendas.
Según el Ministerio de Fomento, el sector de la edificación en España consume un 31,03 % de la energía total, por lo que es responsable de un tercio de las emisiones de GEI en nuestro país. A nivel mundial, el sector de la construcción en su conjunto (edificación y operación) es una de las fuentes más importantes de contaminación, llegando a producir el 39 % de todas las emisiones de carbono en el mundo. Un 11 % proviene de emisiones de carbono incorporadas, o carbono «inicial» asociado con materiales y procesos de construcción, y un 28% proviene de las emisiones operativas (de la energía utilizada para calentar, enfriar y rehabilitar los edificios a lo largo de todo su ciclo de vida).
Así pues, sabemos el origen y las consecuencias que hacia el futuro nos depara esta forma de construir, pero ¿estamos haciendo algo para variar las formas? ¿Cuál es el proceso correcto para planificar las nuevas edificaciones?
El World Green Building Council (WGBC) acaba de publicar el informe ‘Bringing embodied carbon upfront’ (Las emisiones contaminantes incorporadas en el punto de mira). En él se involucra a todos los agentes del sector (prescriptores, constructores, fabricantes de materiales, políticos, etc.) y se describen una serie de acciones para que los edificios, y el sector de la construcción en su conjunto, evolucionen hacia un 2050 con emisiones de carbono neto cero. Para el logro de este objetivo, el informe recoge 4 principios fundamentales:
- Prevenir. Analizar la función que se quiere obtener con la edificación en general, o con un material en concreto, para examinar todas las estrategias alternativas que consigan el objetivo reduciendo al máximo la huella de carbono.
- Reducir y optimizar. Introducir, como requisito en el diseño, la mínima utilización de materiales; priorizar por materiales de máxima eficiencia con el mínimo impacto en la salud humana y en el ecosistema, y lograr reducir al máximo el desperdicio en obra.
- Planificar para el futuro. Realizar un diseño flexible que considere escenarios de futuros usos, así como del final de la vida útil para la edificación utilizando materiales reutilizables, y estructuras versátiles.
- Compensación. Como último recurso, compensar el carbono residual incorporado en la edificación mediante procesos establecidos y verificados a través del WGBC o alguna otra organización industrial de prestigio.
Si bien estos conceptos son comprensibles, a veces parecen un poco generalistas. Por ello, y dado que nuestro objetivo en el blog es hacer llegar el mensaje de manera más clara a prescriptores y usuarios, podemos resumirlo de la siguiente forma:
- El prescriptor
Para reducir al máximo la huella de carbono en el proyecto, debe buscar el objetivo desde el inicio, planificando primero y diseñando después con todos los factores a su alcance que tengan el mínimo impacto medioambiental durante todo el ciclo de vida de la edificación, hasta su eliminación.
- El constructor
Debe intentar el mínimo desperdicio de materiales y la obtención de los mismos en la industria más próxima a la obra para rebajar al máximo el impacto del transporte.
- Los usuarios
Deberán tener suficiente información y formación en la utilización de las instalaciones y materiales a fin lograr la máxima eficiencia.
- Desguace
Al final de la vida útil del edificio, se deberán reciclar y reutilizar la mayor parte de los materiales utilizados en la construcción.
Solo si se planifica y se diseña pensando en la reducción potencial de la huella de carbono se lograrán resultados. Por ello, sois vosotros, los arquitectos, los responsables de transmitir este mensaje a los clientes y de introducir en vuestros proyectos este requisito básico y así cumplir los objetivos de la última cumbre de acción climática para llegar al 100 % de edificios descarbonizados en el año 2050.