Ángel Rodríguez: “La sostenibilidad no solo beneficia a las personas y al medio ambiente, sino que también hace que los procesos sean más eficientes y menos costosos”
Algunas publicaciones definen la sostenibilidad como el desarrollo que satisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones, garantizando el equilibrio entre el crecimiento económico, el cuidado del medio ambiente y el bienestar social.
En este sentido, el desarrollo sostenible es un concepto que aparece por primera vez en 1987 con la publicación del Informe Brundtland, que alertaba de las consecuencias medioambientales negativas del desarrollo económico y la globalización y trataba de buscar posibles soluciones a los problemas derivados de la industrialización y el crecimiento de la población.
Ángel Rodríguez, fundador y CEO de Bristaun, tiene muy presente esta preocupación y su compromiso con el planeta en su trayectoria profesional.
I.F.: ¿Cómo llega un ingeniero de Obras Públicas a interesarse tanto por la arquitectura y el desarrollo sostenible?
A.R.: Como padre, y como profesional del sector constructor y urbanístico, sentía la responsabilidad de contribuir con mi trabajo y dedicación, a dejar un mundo más equilibrado, más saludable que en el que yo nací y crecí. Pienso que estamos en el mundo con un propósito. Y el mío, dentro de una actitud humanista, pegada al suelo, a la tierra, posiblemente es el de ayudar a las personas a vivir en un entorno mejor, no solo arquitectónicamente hablando.
Una puerta se abrió delante de mí hace once años, por circunstancias de la vida, y di un paso del que cada día me sorprendo conforme avanzo. Puse a trabajar mis habilidades profesionales y experiencia y medité. Reflexioné, exploré e investigué hasta sentir y descubrir un nuevo camino que es justamente el que ahora estoy transitando con mucha emoción y motivación.
Ahora estoy encantado de desarrollar proyectos sostenibles para la industria o la agricultura o construir una vivienda de consumo energético casi cero y con alto confort térmico, acústico y ambiental, que hacen verdad eso de vivir de manera más saludable.
I.F.: ¿Qué es y por qué nace Bristaun?
A.R.: El desarrollo estratégico de la sostenibilidad representaba una clara oportunidad de mercado a medio y largo plazo. Vimos esa oportunidad y nos reconvertimos desde nuestra experiencia, basada en una dilatada trayectoria en el sector constructivo e inmobiliario tradicional.
Nos constituimos pues en una empresa enfocada en la planificación, desarrollo y ejecución de proyectos sostenibles, con un modelo de negocio responsable basado 100% en el Desarrollo Estratégico de la Sostenibilidad, abordando los proyectos desde una nueva perspectiva de gestión y relación entre negocio y medioambiente.
I.F.: “Mentalidad Bristaun”, ¿podrías definir ese concepto?
A.R.: Solo pensar en «verde» no es suficiente; se necesita comenzar a integrar prácticas comerciales sostenibles y desde un continuo cuestionamiento a la hora de abordar cualquier proyecto. Podríamos resumir esta filosofía o mentalidad con el término de “Green Thinking”. Nos dirigimos a corporaciones e instituciones que quieren lograr un equilibrio socioeconómico y medio ambiental, siendo el Desarrollo Sostenible centro de su valor, estrategia o negocio empresarial.
El resultado final que se busca desde Bristaun, es una sinergia entre todas nuestras capacidades, representadas en cada una de las líneas de servicios, con el objetivo de contribuir de manera relevante, tanto en el sector, en la sociedad como dentro de la compañía, y en la cuenta de resultados de nuestros clientes.
I.F.: He podido observar que vuestra empresa es multidisciplinar, desde estudios de eficiencia energética hasta la construcción de viviendas siguiendo el estándar Passivhaus. ¿Cuáles son los ámbitos de actuación de Bristaun?
A.R.: Nuestro modelo de negocio está basado en aportar Credenciales Sólidas de Sostenibilidad, ofreciendo al mercado toda la experiencia de un grupo de profesionales versados en todas las áreas relacionadas con la investigación, formación y el desarrollo de los territorios sostenibles y los múltiples campos derivados de aplicación.
Gracia a ello, damos acceso a nuestros clientes, a una amplia cartera de servicios de consultoría, diseño, desarrollo e implementación en diferentes ámbitos: Arquitectura, gestión del territorio, Energía Renovable, Investigación, Divulgación, el Agua y por último, agricultura de innovación.
I.F.: Vuestros trabajos tienen como elemento vertebrador la importancia de la sostenibilidad. ¿Cuál es tu idea de sostenibilidad?
A.R.: “Pensar en verde” significa ser conscientes de nuestra interconexión con el mundo y reflexionar sobre el daño involuntario que causamos a la naturaleza en el curso diario de nuestras vidas. Pensar en verde conduce a actuar de manera ecológica: tomar medidas correctivas para hacer realidad la responsabilidad ambiental.
El mundo empieza a pensar de manera sostenible, y Bristaun quiere operar en esta dirección promoviendo acciones e iniciativas que tienen directamente un impacto positivo en la mejora de la «Calidad de vida» y en la garantía del «bienestar» de las generaciones futuras.
Se busca minimizar su huella y maximizar la inversión. Ser ecoeficiente debe estar en el corazón de todo lo que se hace, diseña e innova y por todas y cada una de nuestras líneas de servicios.
La sostenibilidad no solo nos beneficia a todos y al medio ambiente, sino que también hace que los procesos sean más eficientes y menos costosos. Su importancia, ahora va mucho más allá de los problemas ambientales, ya que la necesidad de comportarse de manera responsable se convierte en un aspecto clave de la estrategia y las operaciones de las empresas.
I.F.: ¿Qué aspectos tenéis en cuenta a la hora de abordar un proyecto?
A.R.: Si ponemos un proyecto constructivo sostenible, por ejemplo, por su naturaleza, la construcción, cuando no se gestiona de forma proactiva, tiene el potencial de crear impactos negativos en el entorno natural. Pero si se realiza bien, tiene el potencial de tener un impacto positivo significativo. Por lo tanto, cuando abordamos un proyecto, tenemos una gran oportunidad en la gestión ambiental proactiva.
Partiendo de la implementación de servicios de diseño Energy Smart, identificamos y aplicamos las técnicas de diseño que maximizan la eficiencia energética de un edificio, al tiempo que minimizan el impacto ambiental. Mediante las evaluaciones del ciclo de vida y el modelado del costo del ciclo de vida, se determinan las características de diseño de eficiencia energética adecuadas. Estos pueden incluir sistemas eficientes de recuperación de calor residual, el uso de sistemas de calefacción y refrigeración zonificados, e instalaciones de eficiencia energética como la iluminación de baja energía controlada por sensores. Todo lo que lleva a mejorar costos operativos.
Entre los requisitos más interesantes está el hecho de que los materiales se deben producir lo más cerca posible del sitio de construcción. No deben contener materiales peligrosos y deben producirse con un efecto mínimo en el medio ambiente. Deben ser fácilmente reciclados, y preferiblemente hechos de materiales reciclados. Y, naturalmente, los materiales y productos que llevan una etiqueta ambiental deben seleccionarse siempre que sea posible.
Un dato importante que tenemos en cuenta es que el material debe ser a prueba de futuro. En otras palabras, debería durar todo el ciclo de vida del edificio.
Por otra parte, los mercados están cambiando, y también estamos viendo clientes cada vez más conscientes. Esto significa que ahora es más probable que se pregunten nuestros clientes: ¿Dónde se obtienen los productos? Como los clientes esperan productos personalizados, también esperan que la empresa (promotora o constructora) proporcione visibilidad sobre cómo se obtuvieron estos productos, qué materiales se pusieron en producción y los escenarios de vida útil de los productos y componentes.
La tecnología ya permite realizar un seguimiento de la composición del material de los productos para ofrecer una transparencia total y generar confianza con el cliente. A medida que usa los datos para saber cómo se usa un producto y predice su final de vida útil, también ofrece un camino para volver a reingresarlo de nuevo al ciclo de la economía
I.F.: ¿Crees que la sostenibilidad se convertirá en un elemento fundamental para la construcción?
A.R.: No hace mucho tiempo, la sostenibilidad era vista por la mayoría de las compañías como poco más que un problema «verde» periférico.
Esa visión está cambiando, y rápidamente. Las empresas de todos los sectores tienen que enfrentar y adaptarse a una serie de fuerzas disruptivas que incluyen la globalización, el aumento de la urbanización, la intensa competencia por las materias primas y los recursos naturales y una revolución tecnológica que desafía los modelos de negocios de muchos sectores al tiempo que obliga a todas las empresas a ser más responsables y transparentes con todos sus grupos de interés.
Al mismo tiempo, esas mismas empresas están siendo sometidas a un mayor escrutinio sobre su papel en la sociedad. Impulsados por la explosión de las redes sociales, los consumidores, las ONG, los medios de comunicación y el trato que reciben a los trabajadores, el abastecimiento y la calidad de sus productos y su cultura corporativa.
I.F.: ¿Por qué crees que se debería apostar más por proyectos de este tipo de cara al futuro?
A.R.: Hay una realidad que se está imponiendo hoy día: el mercado empieza a reconocer la importancia de una transición hacia el Desarrollo Sostenible como una creación de aumento de valores, reforzando su marca y su reputación corporativa, con unas credenciales de sostenibilidad que les hagan destacar por encima de los que no realicen la transición, y/o puedan favorecerse de las nuevas oportunidades y operaciones de negocio.
En el mundo verde, las empresas se preocupan. Este es un mundo en el que la responsabilidad corporativa no solo es agradable, sino que es un imperativo comercial. Se caracteriza por una fuerte conciencia social, un sentido de responsabilidad ambiental, un enfoque en la diversidad, los derechos humanos y el reconocimiento de que las empresas tienen un impacto que va más allá de lo financiero.
I.F.: Y, para finalizar, ¿Cuáles crees que son los retos a los que se enfrenta la arquitectura sostenible a corto y largo plazo?
A.R.: Las señales están ahí para que cualquiera las vea o quiera.
Por una parte, el sector tradicional constructor está en vías de desaparición, por variadas causas: escasez e inflación de la mano de obra, encarecimiento de los materiales, normativas constructivas cada vez más restrictivas, presión de los fondos para amortizar las inversiones, el cambio en el perfil de las necesidades y gustos de los compradores, etc. Todo esto está llevando, por una parte, a la industrialización del sector y por otra, con origen en los fondos y promotoras inmobiliarias, el de construir unos productos diferenciadores y de altas prestaciones, en las que destacan las derivadas de la aplicación de políticas y aplicaciones eficientemente energéticas.
Por otra, la realidad social es determinante por no decir, espeluznante: si partimos de que el 54% de la población mundial vive actualmente en zonas urbanas, y según el informe sobre Desarrollo Urbano del Banco Mundial, esta cifra se incrementará hasta llegar a 6.000 millones de personas en 2045, ya podemos hacernos una idea de a qué nos enfrentamos.
El urbanismo ya está trayendo consigo enormes desafíos: contaminación, deterioro de las infraestructuras, aumento de la generación de residuos, reducción capacidad acceso a una vivienda y nuevos paradigmas en las necesidades de las personas fruto de la revolución en los hábitos y objetivos de una sociedad cada vez más compleja.
Ante esta perspectiva, la arquitectura sostenible se erige como la solución más eficiente para las nuevas generaciones y los nuevos tiempos, en sentido más amplio del término. Es el único camino hacia la ciudad sostenible, hacia la ciudad saludable.
Para lograr el objetivo, nos tenemos que marcar unos objetivos claros: el más importante, desde mi punto de vista, es emprender una labor pedagógica que visualice y germine en las personas, las capacidades y bondades para entender y vivir una arquitectura sostenible. A partir de aquí, el resto viene marcado por el desarrollo de nuevos materiales, sistemas de energía cada vez más eficientes, etc. En resumen, foco en la investigación.