David Chipperfield: conociendo al nuevo Premio Pritzker que reivindica la arquitectura sostenible
El Premio Pritzker es el galardón más esperado del año para los grandes arquitectos del mundo. En otras ocasiones, nos hemos referido a él como “el Nobel de la Arquitectura”; y es que su valor dentro del sector es de calibre comparable. Se trata del más alto reconocimiento de la profesión.
El británico David Chipperfield ha sido el elegido como ganador de la reciente edición 2023 y en el post de hoy vamos a explorar la trayectoria, filosofía y talento que le han llevado a ser merecedor de este reconocimiento.
El genio enamorado de Galicia y defensor de la arquitectura sostenible
Británico de nacimiento y gallego de corazón: así es el ganador del Premio Pritzker 2023, que lleva tiempo persiguiendo este galardón tras cuatro décadas de una exitosa trayectoria en el mundo de la arquitectura. Cabe destacar que tres de estas décadas han estado marcadas por su predilección por Galicia. De hecho, en la localidad ribeirense de Corrubedo se encuentra su segundo lugar de residencia, en dónde es habitual encontrárselo como a un vecino más de la zona.
A pesar de que el Pritzker se le resistía, no ha sido así con otros importantes reconocimientos del sector con los que ya cuenta en su palmarés: en 2011 recibió la RIBA Royal Gold Medal y el Mies van der Rohe; y en 1999 la Medalla Heinrich Tessenow. Unos premios que dan valor a un camino profesional compuesto por más de cien proyectos alrededor del mundo, entre los que destacan trabajos en importantes edificios públicos como la reconstrucción del Neues Museum de Berlín o su intervención en la Real Academy of Arts de Londres.
Al igual que su obra, el estudio de Chipperfield está completamente internacionalizado y cuenta con cinco sedes en el mundo, de las cuales una se encuentra, como no podía ser de otra forma, en Galicia, en la ciudad de Santiago de Compostela.
También escogió Galicia como sede para su fundación Ría de Chipperfield, una entidad sin ánimo de lucro que nació en 2017 como instrumento para la ejecución de proyectos de planificación urbana enfocados en el desarrollo sostenible.
Para Chipperfield, la sostenibilidad es uno de los pilares sobre los que se deben sostener los proyectos arquitectónicos, y precisamente ese ha sido uno de los motivos que han llevado al jurado del Pritzker a coronarle como ganador. «Transformar las ciudades no solo para hacerlas más bellas, sino más sostenibles y más justas» es una de las afirmaciones que el británico ha querido resaltar al recibir el premio, expresando su deseo de inspirar a las nuevas generaciones de arquitectos a priorizar el compromiso social y fomentar el espíritu colaborativo en el gremio.
El británico entiende la arquitectura como una actividad en la que se debe poner siempre la rehabilitación y el aprovechamiento de edificios ya existentes por delante de la edificación de cero. Su filosofía se basa, pues, en el “construir menos, pero construir mejor”; lograr que los edificios sean estables, funcionales y que permanezcan en el tiempo.
Siguiendo esta máxima, su metodología de trabajo empieza siempre por el entendimiento y estudio a conciencia de la zona y de sus necesidades para mimetizarse con ella, rechazando la ostentosidad y la invasión. Para ayudar a conseguir este fin, en los proyectos de la Fundación RIA, una parte fundamental del planteamiento consiste en hacer partícipes a los habitantes en todas las fases de ejecución. Tal y como se indica en la web de la fundación, sus trabajos buscan mejorar el entorno donde se ubican preservando “los valores identitarios, culturales y ambientales del lugar”.
Una sede de los Juegos Olímpicos respetuosa con el medio ambiente
Uno de los últimos grandes proyectos del arquitecto británico ha sido el diseño de un pabellón multiusos en Milán que serviría como sede para los Juegos Olímpicos de Invierno de 2026.
Para el diseño de este gran estadio, el estudio de Chipperfied ha trabajado codo con codo con el estudio especialista en diseños sostenibles Arup para conseguir un edificio con cero emisiones de carbono. El recinto funcionaría con energía solar, a través de 4000 paneles fotovoltaicos instalados en el tejado.
En cuanto al plan de construcción, se le ha dado prioridad a los componentes modulares y externos con el fin de reducir los residuos de las obras y facilitar la posibilidad de reutilización en el futuro.
Además, se ha perseguido la completa conjugación del espacio con el entorno urbano creando una plaza pública contigua al estadio, que está repleta de espacios verdes.
En definitiva, el Pritzker de este año premia una carrera prolífica dentro del mundo de la arquitectura, pero también ha querido reconocer una forma de entender la construcción de edificaciones atendiendo al entorno, a las comunidades locales, a las necesidades de la sociedad y al fomento de la sostenibilidad.