La Arquitectura sostenible llega al Teatro Real
En un espacio arquitectónico tan emblemático y único como el del Teatro Real de Madrid, hemos asistido, en el marco de la programación de las Jornadas sobre la Cultura Sostenible, a una mesa redonda sobre Arquitectura muy interesante que os queremos contar.
Moderados por Manuel Blanco., director de la ETSAM (Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid), con ponentes de la talla de: Iñaki Alonso (Arquitecto y Socio fundador sAtt); Daniel Boluda (director general Huawei Digital Power en España); Teresa Serrano (directora de comunicación de Grupo Index) y el prestigioso arquitecto Ignacio Vicens.
Claves de la jornada
Se respondió a preguntas como ¿Qué papel juegan la arquitectura y la cultura en la sostenibilidad? ¿Cómo influye el arte y la creatividad en el diseño de los espacios? ¿Cómo se miden los impactos medioambientales? De sus respuestas a éstas y otras muchas preguntas os destaco las conclusiones más relevantes:
- La arquitectura cubre todas las actividades humanas. Es nuestra tercera piel, después de la epidermis y la ropa, por ello, lo que le pedimos es que nos proteja del frio, del calor, de la contaminación y de cualquier otro peligro exterior. Pero, además, debemos hacerlo de manera sostenible
- Tenemos que afrontar la arquitectura sostenible no sólo desde la óptica del reciclaje, o del de las emisiones de CO2, sino de manera holística en todo el ciclo de vida del edificio (construcción, mantenimiento y demolición) y en su relación con el entorno natural donde se ubica.
- La vivienda tiene que dejar de ser sólo consumidora de energía, para convertirse en generadora de la misma. En la actualidad existe suficiente tecnología para hacer esto realidad y lograr que una vivienda pueda autoabastecerse desenganchada de la red.
- La casa “desenchufada” ya es una realidad, pero para ello se precisa la implicación de las tres partes: Las constructoras, que deben apostar por el I+D+I; las administraciones, que deben premiar a las constructoras y familias que apuesten por lo verde como medio de vida, y las entidades financieras que deberían dar ventajas a la financiación de este tipo de proyectos.
- Debemos empezar a eliminar el apelativo de “alternativas” que acompaña a las energías renovables, y lograr que sean éstas las energías estándar.
- Hay que aclimatar las viviendas a las nuevas tecnologías, hacia el campo digital y el virtual. La metaarquitectura es el futuro. A pesar de los grandes avances de la industria digital, la arquitectura continúa apoyándose en patrones y hábitos tradicionales. Sin embargo, en su importante papel de contenedor físico del ser humano, debería ser capaz de encaminarse hacia la metaarquitectura, convirtiéndose en un instrumento que haga posible pasar de la realidad física y biológica a lo digital y virtual
- La buena arquitectura está hecha para ser trasformada. Debemos construir pensando, no en la demolición, sino en una posible adaptación a los ocupantes del futuro. Existen ejemplos donde esto se ha logrado, como el llevado a cabo en un conjunto de pequeñas viviendas sociales (de 30m2) construidas hace más de un siglo en Viena que se han reformado, trasformado y a veces agrupado para ser confortables viviendas actuales. La no demolición, ni posterior construcción ha disminuido de manera rotunda las emisiones de CO2.
- La arquitectura debe ser sostenible sin perder la belleza, ya conocemos, a través de la neuroarquitectura, el efecto que el diseño, los materiales, el color o la distribución de espacios provoca en la mente del ser humano. Como dijo Ignacio Vicens, “un espacio sostenible y feo es un espacio insostenible”.
Coloquio sobre el CTE
Un debate interesante, surgió alrededor del CTE (Código Técnico de la Edificación) cuya última reforma, algunos ponentes, consideraban demasiado estricta ya que se penaliza, por ejemplo, la ventilación cruzada que es un sistema tradicional eficaz en determinadas zonas de la geografía española, premiando la instalación de ventilación forzada para lograr la más alta certificación energética. El CTE debería tener en cuenta, y no lo hace, un aspecto fundamental que es el lugar de ubicación de la construcción.
A favor de la reforma estaban los que argumentaban que, debido al cambio climático, a la mayor concentración de población en las grandes urbes y a la alta contaminación, esta normativa garantiza la temperatura, el aislamiento acústico y la calidad del aire interior a través de la hermeticidad y los filtros del aire exterior.
Algunas preguntas, quedaron en el aire como reflexión al respecto ¿Nos hemos pasado de frenada con ésta última reforma del CTE? ¿No es sensato pensar que en el interior de las viviendas no haga un poco de frio en invierno y un poco de calor en verano?
Al hilo de la comentada reforma, se valoró la importancia que se daba en España a la normativa cuando debería ser prioritaria la cultura, es decir, la formación de todos los implicados en la construcción, desde el prescriptor hasta el usuario final. No estoy segura de quién de los ponentes dijo una frase que apunté porque me gustó mucho: “No es la normativa la que debe marcar el paso, sino que es la cultura la que debe marcar la normativa”.
La pandemia y la arquitectura
También resultaron clarificadoras las reflexiones surgidas con relación a la influencia que la pandemia ha producido en la arquitectura. En el confinamiento, hemos echado de menos la luz y los espacios abiertos, pero, además, hemos aprendido que nuestras casas eran más flexibles de lo que pensábamos consiguiendo adaptar un lugar de trabajo en espacios antes impensables.
Lo anterior nos lleva a pensar en un futuro de viviendas multifuncionales con espacios abiertos y versátiles donde a través de puertas o paneles movibles podamos trasformar el espacio.
Además, la importancia de los medios de comunicación y las nuevas tecnologías durante esos tres meses, nos hacen pensar en que en estos espacios abiertos se van a utilizar contenidos virtuales, por lo que los edificios ya no sólo deberán ser físicos, sino también digitales.
También, aunque someramente, se trató el aspecto económico en el que la unanimidad fue absoluta al decir que la sostenibilidad debe ser accesible a todos y que en la actualidad resulta cara. La economía debería comenzar por el abaratamiento de las instalaciones que contribuyen a la sostenibilidad de la vivienda ya que éstas representan un 40% del precio del edificio.
También se apuntó, por parte de algún ponente, que el CTE esta contribuyendo a que la sostenibilidad no sea económicamente rentable al exigir determinados procesos que, en determinadas construcciones, podrían ser prescindibles.
Obsolescencia de las certificaciones
Finalmente, y aunque no hubo tiempo para abordar el tema, se dejó entrever que habría que revisar algunas de las actuales certificaciones que se han quedado obsoletas ya que, por ejemplo, no valoran o lo hacen de forma inadecuada las energías limpias, y, sin embargo, califican algunos aspectos que “el sentido común nos dice que no tienen sentido”.
Resulta muy gratificante y esperanzador que, desde todos los ámbitos, incluido el de la cultura, se hable ya de arquitectura sostenible. Realmente el futuro está, por fin, cambiando.