Albert Grau: “Hay que poner en el centro del debate al edificio y empoderar a los propietarios de las viviendas”
La sostenibilidad y la eficiencia energética se ha convertido en un tema clave en sector de la construcción y de la edificación, por fortuna. Cada vez son más las iniciativas que fomentan la promoción de la eficiencia energética. Una de ellas es la Fundación La Casa que Ahorra, y tuvimos el placer de charlar con su gerente, Albert Grau.
Entrevista
Isabel Fernández: ¿Qué es y cómo nace La Casa que Ahorra?
Albert Grau: El fin principal de la Fundación es favorecer la conservación, mejora y defensa del medio ambiente y de la naturaleza a través de la realización de todo tipo de actividades dirigidas a potenciar, patrocinar, promocionar y/o financiar la investigación, la innovación, el desarrollo y la formación en el ámbito de la eficiencia energética.
La Fundación la Casa que Ahorra es una organización sin ánimo de lucro que está integrada por empresas líderes del sector de la construcción, que deciden unirse en 2009 con vocación de informar, asesorar y sensibilizar tanto a Administraciones Públicas, como medios de comunicación, profesionales de la construcción y sociedad en general.
I.F.: Recientemente habéis presentado el “Pasaporte Energético”. ¿En qué consiste este documento?
A.G.: Para nosotros el “Pasaporte Energético” es un punto de partida para un impulso necesario en el sector de la rehabilitación de edificios. Objetivamente se trata de un completísimo informe, que hemos elaborado en colaboración con Garrigues y G-advisory, a partir de estudios ya presentados en los últimos años y con el que queremos hacer despegar a este sector. Lo consideramos una herramienta de consenso con la que buscamos crear un marco nuevo y ser impulsor de este mercado y movilizar la economía. Conocedores del contexto actual, en el que más de 50% del parque de viviendas construidas en España son anteriores a 1980 y el 83% de ellas son en propiedad, o de que la rehabilitación energética de edificios presenta un potencial de hasta un 80% de reducción de la demanda de energía, creemos necesario dotar a los agentes implicados de una herramienta eficaz, que dé impulso real a este sector.
Quiero dejar claro que el Pasaporte Energético no es un concepto o documento cerrado, y se puede adaptar a la necesidad y a la profundidad y amplitud de la actuación. Es una apuesta inteligente y sostenible por el confort y la calidad de vida, que mediante fases definidas promueve y fomenta la Rehabilitación Energética Integral, para reducir la demanda de energía de los edificios, incluyendo también los equipos de producción y el uso de energías limpias, y tiene la ventaja de ofrecer un diagnóstico real para identificar necesidades y soluciones técnicas disponibles.
Por simplificar, se trata de un programa que tiene como objetivo la financiación de las actuaciones a llevar a cabo en edificios residenciales y/o terciarios por fases y durante un plazo mínimo de cuatro años, para hacerlo accesible al propietario.
I.F.: ¿El Pasaporte Energético es un tirón de orejas para la Administración Pública, el sector empresarial, la sociedad en general…?
A.G.: Todo lo contrario. Es una medida que promueve la unión entre ellos. Como repetimos habitualmente “Rehabilitar ya no es una opción, es una obligación” y todos tenemos que ser partícipes. Además, algo que para nosotros es muy importante, es que implica un compromiso entre la Administración Pública y el propietario de la vivienda en una necesidad común y con una clara hoja de ruta.
Quiero remarcar que el Pasaporte Energético es un proyecto pionero en España y que llega de la mano de la Fundación La Casa que Ahorra, pero que cuenta con antecedentes de éxito en otros países europeos como Bélgica, Alemania o Francia, que gracias a experiencias similares han conseguido impulsar este sector.
I.F.: ¿Por qué crees que estamos lejos de cumplir los objetivos de rehabilitación en España?
A.G.: Es una realidad que estamos muy lejos de las cifras que tenemos que lograr y así lo llevamos poniendo de manifiesto desde hace años. En 2016 la Fundación La Casa que Ahorra presentó un estudio, elaborado por CENER, en el que se estimaba necesario rehabilitar 350.000 viviendas con criterios de alta eficiencia energética para que las emisiones de los edificios contribuyesen en función de su peso en la ecuación, y sin esperar que otros sectores debieran salir al rescate. Dicha cifra, a la que no llegamos al ritmo que vamos de concienciación y exigencia normativa, pone sobre la mesa la urgencia de impulsar todas las medidas que sean necesarias. Y es que, a fecha de hoy y sin medidas de acompañamiento efectivas, no se llegarán ni a las 150.000.
Hay que poner en el centro del debate al edificio y empoderar a los propietarios de las viviendas, que son los protagonistas en este proceso, y son ellos en los que se centran las medidas de este informe.
I.F.: ¿Es la rehabilitación el futuro de la construcción?
A.G.: Es que no nos queda otra. Ante nosotros tenemos un reto mayúsculo como es la descarbonización de la economía de aquí al 2050.
La edificación, siempre según cifras de IDAE, es responsable de más del 31% del consumo energético del país. Y de este consumo, en algunas zonas más del 60% es para climatizar un parque edificatorio envejecido y obsoleto, en que como he comentado antes, el 50% del parque de viviendas construidas en España datan de antes de 1980, y con la rehabilitación energética de edificios hay un potencial de hasta un 80% de reducción de la demanda de energía. A la vista de estos datos creemos que esto puede ser una oportunidad.
Y no sólo debido a temas tan globales como el cambio climático hemos de fomentar la rehabilitación, también influyen factores tan particulares como la salud asociada a las condiciones de los edificios. Un problema, éste de la salud, que no se pone en valor suficientemente.
I.F.: ¿Cómo sería, para ti, un proyecto idóneo de construcción sostenible?
A.G.: Para empezar, a fecha de hoy, y suponiendo que todos entendemos lo mismo por el concepto “sostenible”, no debería existir un proyecto que no fuese sostenible.
Voy a ser muy standard en la respuesta, pero es que no hace falta que inventemos la rueda cada vez que definimos un tema tan transversal. Ese proyecto sostenible, debe ser pensado con materiales reciclables, los cuales en su ACV (análisis de ciclo de vida) consumen muy poca energía hasta convertirse de nuevo en materia prima secundaria. Estos materiales y/o componentes y/o equipos, a su vez deben conformar un edificio que está pensado para requerir la mínima energía posible, y alimentado por energías limpias, por lo que respecta a emisiones de GEI (gases efecto invernadero).
El problema de hoy en día es que no siempre pensamos en el edificio como un todo, y por ello proyectamos con materiales que generan altas prestaciones de ahorro energético, pero se generan a partir de materiales finitos y con una inversión energética desmesurada y, a veces, desequilibrada.
I.F.: ¿Somos conscientes, en general, de lo que implican los objetivos 2020 de la UE en materia de eficiencia energética?
A.G.: Como se dice en el lenguaje de la calle, lo urgente ha pasado por delante de lo importante, y bastante hemos tenido con salir de la crisis como para pararnos a pensar en cómo lo hemos hecho. Durante unos años el descenso de la actividad económica nos ha enmascarado la realidad y con la recuperación estamos dándonos cuenta del casi nulo avance que ello ha implicado en España.
Los objetivos 2020 de la UE, y que España adaptó, venían a decir de modo simplificado que se debía reducir en un 20% las necesidades energéticas y que se debía incrementar en un 20% el uso de renovables, para llegar a un aprox. 20% de reducción de emisión de GEI.
I.F.: Y, para terminar, ¿cuál es tu percepción sobre la arquitectura sostenible en la actualidad?
A.G.: Hay mucho campo por recorrer todavía, entre otras cosas porque existe cierto desconocimiento e incluso, se mezclan ideas que siendo complementarias se tratan como contrarias.
Os pongo un ejemplo. Hace unos días presencié un debate en que un “certificador acreditado” de una herramienta de evaluación de sostenibilidad atacaba a un standard de construcción -muy en boga hoy día- como el enemigo de la sostenibilidad pues sólo piensa en reducir la demanda.
Mientras existan estas posturas en que somos incapaces de sumar, en que el conocimiento propio es excluyente del otro, nunca haremos proyectos totalmente sostenibles y que se apoyen en las 3P que creo que son básicas: Personas, Producción y Planeta (y no por este orden necesariamente).