Calefacción por suelo radiante para calentar los hogares sin renunciar a la sostenibilidad
Durante los meses de invierno, mantener una temperatura agradable en nuestros hogares se convierte en una prioridad. Sin embargo, este confort térmico a menudo lleva asociado un alto consumo energético y un notable impacto ambiental. La creciente preocupación por el cambio climático anima a las personas a explorar alternativas que respeten el entorno y promuevan un uso responsable de la energía.
Los sistemas de calefacción de bajo consumo son aquellos que necesitan poca energía para producir calor. Algunos ejemplos son la geotermia, la aerotermia o el suelo radiante. Este último es uno de los más modernos y demandados en la actualidad. Su origen se remontaría al siglo I a.C., según Vitruvio, cuando el ingeniero romano Cayo Sergio Orata ideó un sistema de calefacción, el ‘hipocausto’, en el que el aire caliente circulaba a través de tuberías instaladas debajo del suelo, y que es también el precedente de la calefacción central que utilizamos hoy en día.

Calor en cada rincón sin pérdidas de energía
Una instalación de calefacción de suelo radiante por agua consiste en un circuito de tuberías de polietileno colocadas bajo el suelo de la vivienda, por las que circula agua a una temperatura de unos 35ºC o 40ºC. Estas tuberías, instaladas de forma uniforme bajo el suelo, reparten calor de forma homogénea, lo que convierte a este sistema en uno de los más eficientes. Existe otra modalidad, el suelo radiante eléctrico, en el que las tuberías son sustituidas por resistencias que transforman la energía eléctrica en calor.
Bajo las tuberías o resistencias, en función del tipo de suelo radiante, se instala una capa de aislante térmico para evitar las pérdidas de calor; y por encima de ellas, bajo el pavimento, una capa de mortero para retenerlo y liberarlo lentamente. Esto es posible gracias a la alta inercia térmica de este material, que le permite conservar la energía calorífica y cederla a baja velocidad. Por este motivo, el suelo radiante tarda más tiempo en comenzar a emitir calor que otros sistemas tradicionales. Sin embargo, una vez apagada la calefacción, este permanece durante más tiempo.
La calefacción por suelo radiante se complementa a la perfección con otras tecnologías destinados a mejorar la eficiencia energética de los edificios, como la energía solar fotovoltaica. La combinación de ambas da como resultado una opción de climatización con una baja huella de carbono.
En el caso del suelo radiante por agua, el ACS generada gracias a las placas fotovoltaicas se emplea en el circuito de tuberías. Si el sistema utilizado es el suelo radiante eléctrico, la energía obtenida se utiliza para activar las resistencias.
Otra tendencia en auge en el ámbito de la calefacción de alta eficiencia es la combinación del uso de suelo radiante y aerotermia. Su asociación facilita la distribución eficiente del aire caliente y el alcance de temperaturas más moderadas, que se traducen en un menor consumo energético.

Ventajas del suelo radiante
En la actualidad, el suelo radiante es uno de los sistemas de calefacción eficientes mejor valorados, ya que presenta numerosas ventajas frente a otras opciones más comunes:
- Eficiencia energética: Al funcionar con temperaturas moderadas, el suelo radiante permite reducir el consumo de energía y ahorrar en la factura eléctrica.
- Confort térmico: El reparto homogéneo de calor en la vivienda se traduce en un mayor confort para sus habitantes. Además, como el sistema se encuentra bajo el suelo, el calor no se desperdicia en la parte alta de las habitaciones.
- Menor huella de carbono: Frente a las temperaturas de hasta 90ºC que requieren, por ejemplo, los sistemas de calefacción por radiadores, el suelo radiante funciona con agua a una temperatura más moderada (35ºC o 40ºC), lo que favorece la reducción de emisiones de CO2.
- Rápida amortización: Si bien es cierto que el coste de su instalación es mayor que el de otros sistemas de calefacción, como los radiadores o la aerotermia, su menor consumo supone un ahorro a medio plazo, una vez amortizada la inversión. Lo mismo sucede con las placas fotovoltaicas, que al combinarse con el suelo radiante permiten un ahorro aún mayor.
- Gestión del espacio: A diferencia de los radiadores, el suelo radiante no es un sistema visible, por lo que no resulta necesario acondicionar el mobiliario al espacio disponible o por la cercanía a la fuente de calor.
- Refrigeración: El suelo radiante por agua también puede utilizarse para enfriar la vivienda en los meses más calurosos. Para ello, el agua deberá circular por las tuberías a una temperatura de unos 15º o 16ºC.
En resumen, existen múltiples alternativas para combatir el frío en el interior de las viviendas desde un enfoque sostenible. Todas ellas buscan disminuir el uso de energía en los hogares y reducir el impacto ambiental de los sistemas de calefacción convencionales. En el caso del suelo radiante, su instalación, discreta y eficiente, permite asegurar el confort térmico y reducir la factura eléctrica, ofreciendo ventajas tanto para el medio ambiente como para las familias.