Tres proyectos de arquitectura biomimética para abordar los desafíos de la sostenibilidad
La arquitectura biomimética busca inspiración en la naturaleza para diseñar estructuras que simulen los procesos y sistemas naturales. Esta línea de diseño no pretende reproducir las formas físicas naturales, sino que pretende ir más allá, extrayendo soluciones a problemas comunes mediante estrategias como la imitación de formas, el uso de materiales de origen natural o la adopción de patrones existentes en la naturaleza.
Comprender las normas que rigen la naturaleza permite afrontar los desafíos de sostenibilidad desde la arquitectura. En este sentido, el diseño biomimético ofrece alternativas que complementan la adopción de códigos estilísticos, por un lado, y procesos naturales, por el otro, para mejorar la eficiencia energética y reducir las emisiones de los edificios.
Cada vez hay más proyectos a nivel internacional que apuestan por la arquitectura biomimética para reducir el impacto ambiental de la construcción y mejorar la calidad de vida de las personas.
1. «El Pepinillo”, en Londres
Este edificio de oficinas de 180 metros de altura, emblemático en el horizonte de la ciudad de Londres, presenta una forma similar a la de algunas semillas, como dátiles, piñas o bellotas alargadas. Debido a su forma alargada y puntiaguda, esta torre, situada en el centro financiero de la capital de Reino Unido, se conoce con el sobrenombre de “El Pepinillo”. Para la construcción del exterior del edificio se utilizaron 5.500 paneles de vidrio en forma de diamante.
Su estructura afilada busca minimizar la superficie, a través de una fachada formada por paneles de triple espesor -vidrio doble hacia el exterior y un vidrio laminado hacia el interior- para optimizar la iluminación sin renunciar a las vistas. Los “pozos de luz” que genera este sistema permiten maximizar la penetración de luz diurna y disminuir el uso de luz artificial en las oficinas, con el consiguiente ahorro energético.
La morfología de la torre genera presiones diferenciales con el viento que ayudan a la ventilación natural del interior. De este modo, se evita la instalación de sistemas de aire acondicionado, aumentando la calidad del aire interior y generando un ambiente cómodo para las personas.
El sistema de ventilación del edificio es similar al de las esponjas marinas, que se alimentan filtrando el agua del mar para capturar plancton a través de su esqueleto de sílice. Los patios de luz triangulares que atraviesan la torre en recorridos con forma de espiral permiten ventilar el interior de las oficinas sin perjudicar su iluminación, reduciendo el gasto energético.
2. El rascacielos higuera, en Brisbane
La construcción del edificio One One One Eagle Street, situado en la ciudad australiana de Brisbane, parte de un estudio sobre la germinación de las semillas, denominado “crecimiento hacia la luz”. La escasez de puntos de apoyo en el solar sobre el que se situó este rascacielos llevó a los arquitectos encargados de su diseño a apostar por esta solución estructural, propia de la arquitectura biomimética. Este sistema consiste en una red de troncos y ramas, que recuerda a las emblemáticas higueras de Eagle Street, un símbolo de la ciudad.
La geometría estructural de la torre reduce el uso de materiales necesarios para su construcción. El modelo de “crecimiento hacia la luz” hace posible que el edificio disminuya de tamaño conforme aumenta su altura. La fachada del rascacielos complementa los objetivos de sostenibilidad, optimizando la entrada de luz natural, gracias a la integración de protectores solares que aprovechan la energía solar, y permitiendo la entrada de aire fresco perimetral para la correcta ventilación del interior del edificio.
El rascacielos higuera está acreditado con una puntuación de 6 estrellas Green Star Design y 5 estrellas NABERS de calificación energética. Ambas certificaciones garantizan que el proceso de construcción del edificio se llevó a cabo bajo criterios de eficiencia energética, que garantizan su bajo impacto medio ambiental.
3. La Torre de la Vida, en Dakar
Este proyecto arquitectónico, situado en Dakar (Senegal), de 290 metros de altura, está inspirado en el baobab, un árbol simbólico en la cultura senegalesa. El diseño de la fachada imita las formas de un estampado animal, así como también recuerda a los grandes termiteros, típicos del continente africano.
El uso de patrones de reacción-difusión, un modelo matemático que determina la distribución de las manchas en peces o animales, para la colocación de las perforaciones en la fachada del edificio permite controlar la luz que se cuela en el interior.
La fachada del edificio está diseñada con tecnología 3D y construida con arcilla procedente de fuentes locales. La elección de materiales sostenibles y autóctonos permite reducir el consumo de energía, las necesidades de transporte y la generación de residuos.
La Torre de la Vida cuenta con una huella de carbono negativa, ya que genera más energía de la que consume. La eficiencia energética se logra, por un lado, a través del uso de vidrio fotovoltaico para generar la electricidad necesaria para autoabastecerse. Por otro lado, mediante la instalación de un sistema de recolección de agua de lluvia en su parte superior, que se canalizará hasta la base y se almacenará en un depósito para su tratamiento y recirculación.
El edificio también contempla la colocación de un biorreactor de residuos orgánicos que genera energía para el edificio. Los espacios verdes situados en las inmediaciones permitirán regular la temperatura y los niveles de oxígeno de la construcción. Los niveles de calidad del aire, temperatura, humedad y ocupación de cada espacio se podrán monitorizar a través de un sistema de sensores, distribuidos por todo el edificio.
En conclusión, la arquitectura biomimética es una línea de diseño, inspirada en la naturaleza, que ofrece soluciones para integrar la sostenibilidad en la construcción. Los proyectos que aplican sus principios reducen el impacto ambiental de los edificios y crean espacios saludables para las personas.