Algunos retos de la arquitectura sostenible
A principios de año publicábamos un artículo sobre las 5 tendencias en arquitectura sostenible para 2018. En esta ocasión, vamos a reflexionar sobre los dos grandes retos que se nos plantean: la salubridad de los espacios y el uso de materiales naturales.
En este sentido, los espacios urbanos actuales son parte importante del problema –y de la solución–. 3900 millones de personas (el 54% de la población mundial) viven en ciudades. Una cifra que, según el informe sobre Desarrollo Urbano del Banco Mundial, se incrementará hasta llegar a 6.000 millones de personas en 2045.
Esto trae como consecuencia un aumento de emisiones y, por lo tanto, de la contaminación, además del deterioro de las infraestructuras y el incremento de la generación de residuos constructivos, entre otras.
Por eso, es conveniente replantearse los modelos tradicionales de construcción, apostar por otro tipo de materiales y el uso eficiente de los recursos. Y así nace el concepto de ciudad sostenible, que mucho tiene que ver con la arquitectura saludable. Conceptos que forman uno mismo.
A la hora de hablar de ciudades sostenibles, que cuenten con una arquitectura saludable, hay que tener en cuenta una serie de cuestiones.
Más allá de la eficiencia energética
El ahorro energético es una cuestión clave, pero no la única. Es fundamental apostar por edificios bien aislados de bajo consumo o de instalaciones que promuevan la eficiencia energética.
No obstante, no debemos olvidarnos de la importancia de disponer de ambientes saludables. Esto se consigue, por un lado, mediante el uso de materiales naturales, con bajo contenido de carbono o reciclado, y por otro, mediante una adecuada elección de los procesos constructivos. Sin olvidarnos, por supuesto, de los cambios en la usabilidad de los edificios para así aumentar su vida útil.
La importancia de los materiales
La industria de la construcción es responsable de alrededor del 40% de las emisiones de CO2, desde el proceso de fabricación y transporte de materiales hasta la demolición de los edificios. La responsabilidad es enorme. De ahí que la utilización de determinados materiales menos dañinos haya aumentado, por fortuna.
Gracias a este tipo de materiales podremos no solo ahorrar energía, sino también reducir las emisiones de CO2, contribuyendo a una construcción más ecológica, responsable y limpia.
A la hora de elegir materiales de construcción saludables, hay que tener en cuenta ciertos aspectos. Por ejemplo, el consumo energético, el impacto medioambiental, las emisiones, la generación de residuos o el análisis del ciclo de vida. Ejemplo de materiales naturales son la pizarra, la piedra natural y la madera.
Entender la sostenibilidad
Es fundamental que desde la administración se comprenda bien lo que implica la “sostenibilidad”, y que así lo apliquen en las normativas. Estas deben contemplar todas las variables que engloban este concepto.
En el caso de España, por ejemplo, se hizo recientemente una propuesta de modificación del documento de energía y salubridad del código técnico en materia de construcción, incluyéndose en el concepto de sostenibilidad el punto de vista de la salud. Así, ahora se tienen en cuenta otras características de los edificios, como la salubridad del ambiente, algo que hasta ahora la normativa no recogía.
Impulso a la investigación
El papel de la investigación es esencial. Contribuye a la sostenibilidad mediante el desarrollo de innovadores productos, que sustituyen los aditivos químicos por otros basados en componentes naturales, así como la instalación de sistemas que usen energías renovables, la optimización del aislamiento térmico, la puesta en marcha de nuevas modalidades de producción, etc.
Por eso, es de vital importancia mantener vivo el espíritu innovador e investigador. Sin él, sería imposible hablar de sostenibilidad.
La rehabilitación, también sostenible
Por todos es sabido que la rehabilitación es una tendencia en el sector de la construcción. Es imprescindible, pues, tenerla en cuenta a la hora de aplicar también la sostenibilidad en este campo.
Esto debe hacerse destruyendo lo mínimo posible. De esta manera, se evitará la dificultad de no poder reciclar ciertos materiales por problemas de procesamiento.
Los retos son muchos. Mencionamos algunos, pero el camino que queda por recorrer hacia un mundo más sostenible es muy largo.
Conviene reflexionar también sobre el papel que jugamos cada uno de nosotros. La educación y la formación son clave para concienciar sobre la importancia de optar por una arquitectura saludable. Y, aunque lentos, parece que también por fin la administración está dando pasos en este sentido. Sigamos.