Una casa de paja pionera en Extremadura

Las casas prefabricadas no son una novedad en el panorama emergente de la arquitectura ecológica en España. Hemos visto numerosos ejemplos de arquitectura realizada a partir de piezas de componentes naturales, que se fabrican en una nave industrial, se transportan y se ensamblan en obra. Sin embargo, en 2017, fecha en la que se ejecutó la obra que mostramos a continuación, la prefabricación con paja era todavía una práctica poco conocida en el panorama nacional. Tanto es así que fue la primera vivienda con módulos de paja construida en Extremadura.

Tenemos la suerte de que nos lo cuente, en primera persona, Jesús Morán uno de los fundadores del ya disuelto estudio-constructora Bioconstrucciones Prefabricadas, perteneciente a la Cooperativa Actyva.

Un proyecto pionero

En este proyecto, se empleó para la elaboración de los módulos el sistema de entramado ligero de madera relleno de fardos de paja. Nos lo explica: “en Estados Unidos quedan vestigios de edificaciones construidas con paja de finales del siglo XIX”, en contra de lo que se pueda pensar, la arquitectura con paja tiene una durabilidad asegurada. “Desde el momento en que me percaté de que una bala de paja podría utilizarse como cerramiento de un hogar, un desecho natural al que podíamos darle una segunda vida, con altas prestaciones térmicas, tuve la necesidad de ponerlo a prueba”.

Jesús experimentó en Peraleda de la Mata con sus antiguos compañeros la ejecución completa de una vivienda de estas características. El interés de la familia promotora era el de vivir en un espacio saludable, energéticamente eficiente y a ser posible construido con materiales autóctonos y mediante saberes locales. Así, en la construcción, además de los prefabricados de paja, se incorporaron sistemas de forja metálica y construcción con madera, aprovechando los conocimientos técnicos de los profesionales de la zona.

Construcción con paja

Jesús señala que “las briznas de paja consiguen aislar gracias al vacío que existe en el interior de sus tallos. Por sí sola, la paja o el conjunto de briznas no es uno de los mejores aislantes que podemos tener a nuestra disposición, pero los grandes espesores que solemos utilizar lo convierten en un sistema constructivo contra el que es muy difícil competir”. Construir con paja, evidentemente, tiene sus limitaciones. Los espesores que suelen trabajarse aumentan la superficie edificable, cuestión que puede alejar a desarrollos inmobiliarios más centrados en el rendimiento del metro cuadrado. Sin embargo, en cuestión de sostenibilidad ambiental, no tiene rival. La construcción con paja reincorpora un material de desecho a la construcción, otorgándole un segundo ciclo de vida.

Extremadura parece ser un lugar ideal para el desarrollo de este tipo de técnicas, “el problema es que no hay mucha gente que lo crea y menos aún las personas que tienen poder para que pase. A la administración pública le queda mucho por hacer para que los técnicos creamos que se están tomando en serio una verdadera y efectiva transición de procesos devastadores a aquellos más coherente y respetuosos”, reflexiona Jesús.

Hoy, tres años después de la experiencia en Peraleda de la Mata, Jesús ha montado, junto al arquitecto madrileño Daniel Torrego, el estudio de arquitectura bioclimática Umbral. Bajo esta firma exploran modos de asegurar una construcción eficiente, emocionante y sostenible a sus clientes, en la que cada proceso constructivo resulte una experiencia de redescubrimiento de la naturaleza y de nuestro encaje en sus ecosistemas.

Además de la paja, Jesús ha investigado en otras posibilidades constructivas. Sin embargo, la experiencia de Peraleda y el contacto directo con ese material hacen que sea una opción que suele aconsejar a sus clientes. “Cada encargo requiere de un estudio minucioso de las posibilidades, pero no cabe duda de que existen pocos materiales aislantes que combinen la economía con la reducción del impacto ambiental y la salubridad de los espacios de la manera en que lo hace la paja”.