Sonia Hernández: “La arquitectura tiene que responder ante todas las necesidades humanas”
No nos cansamos de repetir que la arquitectura sostenible abarca todos los ámbitos de la arquitectura. Igual que la sostenibilidad. Es una nueva forma de interpretar el mundo que nos rodea. Y, en este sentido, afecta, cómo no, a nuestro día a día.
Sonia Hernández, de Arquitectura Sana es un ejemplo de compromiso no solo con esta nueva forma de ver la arquitectura, sino con la sociedad. Y es que, de hecho, su vocación por la arquitectura nace por un deseo personal y un compromiso vital de aportar valor a la sociedad.
Entrevista
Isabel Fernández: Vemos en tu web que de pequeña ya observabas la importancia que tiene el entorno construido sobre las personas. ¿Qué hace que una niña se interese tanto en la arquitectura? ¿De dónde nace tu vocación?
Sonia Hernández: Desde pequeña siempre quise ser arquitecta. Quizás me hubiera planteado ser médico, pero me desmayo con la sangre. Entonces, la siguiente profesión que me parecía que tenía más valor para la sociedad era la arquitectura, porque generar los espacios donde viven las personas me parecía super importante. Quizás por eso no elegí medicina, porque no me veía capaz; y elegí arquitectura, y ya nunca más me lo cuestioné.
I.F.: Y, ¿por qué crees qué la arquitectura aporta tanto a la sociedad?
S.H.: Porque estás definiendo cómo viven las personas. Ahora mismo podríamos reconsiderar por qué las habitaciones de matrimonio tienen 12 metros cuadrados, por qué vivimos en espacios rectangulares; hay una serie de condicionantes que no consideramos pero que afectan totalmente a cómo se desarrolla nuestra vida: desde el diseño urbano (porqué caminas en una calle y no por otra); si te da el sol en tu casa, ves los colores de una manera muy distinta… Es decir, la percepción del mundo, como ya no vivimos en espacios naturales, es la percepción que genera la arquitectura, entonces tiene un impacto brutal. La neuroarquitectura es una de estas neurociencias que ahora desarrolla cómo afecta a nivel cognitivo ese espacio construido. Si alguien se hubiera inventado que nuestras ciudades fueran distintas, seguramente nuestro comportamiento y nuestra manera de vivir y de percibir el mundo también lo sería.
I.F.: Entonces, entiendo que conlleva una serie de responsabilidades…
S.H.: Sí, mucha. Exactamente.
I.F.: En este sentido, entiendo que por ahí va el tema de la arquitectura sana que estáis apostando desde vuestro estudio. ¿Cuáles son los pilares fundamentales de vuestros proyectos? ¿Por qué decidís apostar por este tipo de arquitectura?
S.H.: La arquitectura nace de esta necesidad de mejorar unas condiciones externas adversas, de generar una situación más confortable del frío, la lluvia… incluso a nivel de protección. La arquitectura debe responder a esas necesidades humanas, entonces, ¿qué necesidades humanas tenemos? Pues tenemos necesidades físicas, químicas, fisiológicas, emocionales… La arquitectura tiene que responder ante todas ellas, no solamente un sitio donde no tenga frío y no me moje, sino mucho más. Desde el punto de vista humano tenemos muchas capas y muchos condicionantes.
I.F.: Y, ¿cómo se plantea la realización de un proyecto desde un punto de vista saludable?
S.H.: Bueno, pues primero hay que conocer el lugar. Es decir, no solamente saber por dónde sale el sol y dónde se pone, las lluvias, el frío, la temperatura… sino pues también a nivel de radiaciones naturales o artificiales que pueda haber en el entorno. Después, durante el proceso de diseño hay que entender muy bien qué es lo que quiere esa persona. Hay que ser muy observador para saber cuáles son sus pautas de vida para hacer un lugar que realmente permita que se desarrollen.
A la hora de definir materiales constructivos y sistemas de instalaciones, pues que los materiales no generen toxicidad, no viertan compuestos orgánicos volátiles, ni persistentes. Que no faciliten la proliferación de hongos, humedades y bacterias, que tengan un fácil mantenimiento. A nivel de distribución eléctrica, mirar por donde pasan los cables para no generar un campo eléctrico en zonas de alta permanencia.
Entonces es, desde el punto de vista de diseño entender la parte más emocional de esas personas, las necesidades que tienen; y después, materializar el proyecto bajo criterios de Bioconstrucción. También dar unas pautas de cómo vivir en ese espacio para mantener. Por ejemplo, qué productos de limpieza utilizar, cómo mantener esas condiciones en la vida útil del edificio, etc.
I.F.: ¿Con qué tipo de materiales soléis trabajar?
S.H.: Depende de si se trata de una obra nueva o de una reforma, pero a nivel estructural intentamos evitar el hormigón. Entonces, si hemos de generar nuevas construcciones o ampliaciones, utilizamos estructuras de madera. Lo que pasa, que es cierto, que una estructura de madera no significa que ese espacio sea saludable. La madera, al final, está sustituyendo como al esqueleto portante de un espacio, pero después importa todas las capas de relleno, todo el cerramiento, cómo se compone… Entonces, trabajamos siempre con aislamientos naturales, no utilizamos materiales plásticos, utilizamos bastante fibra de madera, celulosa, hemos usado corcho e intentamos, también, poner especial atención en los acabados superficiales del espacio interior. Quiero decir, nada de sintéticos. Antes de poner un pavimento sintético encontraremos mil soluciones: cerámicas, pavimentos continuos de cal o de yeso, que también hemos hecho, o madera natural, lógicamente. Lo que pasa que si, por el motivo que sea, no se puede poner madera natural, pues una cerámica, pero nunca un material plástico.
A la hora de definir pinturas, elegir una buena pintura y no solamente la pintura, también el revoco. Entonces bajo ese punto de vista, pues la arcilla y la cal son dos materiales espectaculares que funcionan también muy bien en rehabilitación. Me preguntabas por materiales: usamos materiales naturales, al final es: madera, arcilla, cal, yeso natural, cerámica… pero cualquiera que no tenga radiactividad, y también barnices y lasures, porque si yo pongo un pavimento de madera, pero luego está barnizado con un barniz sintético casi ya me es igual que haya madera debajo. Es decir, prestamos especial atención a los acabados superficiales que también sean naturales y no sean sintéticos o químicos.
I.F.: Eres tutora del Máster en Bioconstrucción del IEB, ¿cómo definirías la bioconstrucción y por qué es tan importante hoy en día?
S.H.: Porque realmente para que los espacios construidos respondan a estas necesidades del ser humano hay que entender cuáles son y hay que encontrar esas estrategias para generar esos contenedores, que es la arquitectura, a las que sepan responder. Entonces, la bioconstrucción en realidad es una traducción del término alemán “baubiologie” que “bau” en alemán significa construir y “biologie”, biología. Entonces es como biología de la construcción. Y, es precisamente, entender esta relación que hay entre el ser humano y su entorno construido, en todos los aspectos que eso conlleva, no solamente en la elección de materiales. Si no, pues también reconsiderar aspectos sociales relacionados con el acceso a la vivienda o a la construcción, sistemas de iluminación, ordenación ecosocial del territorio, aspectos de “permacultura” … engloba muchísimas cosas. Podemos trabajar en bioconstrucción… Si quieres hacer una casa saludable aplicas criterios de bioconstrucción para conseguir esa salud en ese entorno, pero, en realidad, la bioconstrucción es mucho más amplia que no solamente tratar el tema de la salud. Si no pues otros aspectos urbanísticos, incluso de psicología del espacio.
I.F.: ¿Por qué es tan importante el Feng Shui para Arquitectura Sana?
S.H.: Yo cuando acabé la carrera, me fui a EEUU y estuve un año trabajando con Frank Gehry, el arquitecto del Guggenheim, que fue una grandísima experiencia. Justo acabar la carrera y tener esa oportunidad fue fantástico, pero también descubrí que yo no quería ser Frank Gehry. Hay mucha gente que, a lo mejor, acaba la carrera y pretende ser un arquitecto de éxito. Me di cuenta de que esa arquitectura estaba muy bien, pero yo no es la que quería replicar porque no centraba al ser humano en el eje de proyección. Era una arquitectura más marketiniana y con otras finalidades muy tecnológicas… Y entonces volví a Barcelona un poco con la sensación de no saber dónde estaba esa arquitectura en la que yo creía, y empecé con el Feng Shui. Me formé durante dos años y pico en Feng Shui Tradicional y fue la manera que me fue llevando… después descubrí la geobiología, me fui a Alemania a estudiar geobiología al instituto Hartmann y, entonces, eso me descubrió que existía la Bioconstrucción. Me fui formando en Bioconstrucción y acabé siendo tutora del Máster. He ido tirando de la cuerda, pero a través del Feng Shui empecé a descubrir que había otra manera de hacer arquitectura. Y, después, porque bueno, por un lado, es una técnica muy valiosa que ha llegado muy pura a nuestros días, que trabaja la parte más emocional o cognitiva. Desafortunadamente está un poco banalizada; da la sensación de que aplicar Feng Shui sea “pongo un jarrón” o “pinto de rojo la pared” y no tiene absolutamente nada que ver con eso. El Feng Shui en profundidad te da unas pautas de relación emocional y cognitiva con el entorno que son súper potentes.
I.F.: ¿Crees que la sociedad y, más concretamente los arquitectos, están concienciados con un nuevo modelo arquitectónico sostenible y responsable con el medio ambiente?
S.H.: Cada vez hay más técnicos y más personas, más agentes sociales, que van hacia ello. Lo que pasa es que tenemos, como todos, un sobre exceso de información o, muchas veces, una información fragmentada que hace que solo nos aproximemos a un “quesito” del conocimiento y a veces vale la pena alejarse y entender la globalidad. Y creo que necesariamente, porque los recursos de nuestro planeta son finitos, y esto pues a las buenas o a las malas hay que entenderlo, parece de momento que está yendo a las malas, pero necesariamente tienen que suceder cambios. Entonces, bueno, pues si tú ya sabes y eres consciente y responsable y lo entiendes, pues ya los incorporas, por más que la normativa no los regule. Cada vez hay más personas que tienen esta iniciativa. Lo que pasa es que como el sistema no lo ordena, o no lo regula, pues a veces cuesta llevar este conocimiento. Pero el conocimiento existe, las posibilidades son infinitas y están ahí… Y, afortunadamente, yo, por ejemplo, también colaboro con algunas instituciones públicas ahora en Cataluña que están super interesadas por temas de salud. Esos aspectos de salud tienen una gran repercusión en las arcas de salud públicas. Todos los edificios enfermos que hay, aunque no estén catalogados como edificio enfermo, generan absentismo laboral, bajas laborales, bajada de productividad y, todo eso, en España no se ha hecho el estudio, pero en Francia se estima que son 19.000 millones de euros en pérdidas. Entonces, aunque no hace falta ni hacer el estudio para ponerle una cifra, sabes la repercusión que tiene. En el momento que sabes que eso tiene una repercusión económica, porque a veces cuando le ponemos ceros a las cosas nos entran más, por ese o por otros motivos, pero bueno, esto es muy importante, pues las administraciones públicas ya se quieren poner las pilas con esto. Entonces, al menos en Cataluña, que es lo que yo tengo más cerca, porque estoy aquí, pues sé que ya hay iniciativas que promueven ciertos buenos hábitos, claro de momento aún no está normalizado, es el siguiente paso. Entonces sí o sí hay que ponerse la pilas. O te las pones tú, o llegará un día que te obligarán a hacerlo, por lo que es mejor ir incorporando todos esos cambios progresivamente, y sobre todo con responsabilidad.
Muy interesante la entrevista, tanto la sociedad como los arquitectos como parte de ella tenemos que concienciarnos cada vez más sobre este tema.