Investigadores de la Universitat Jaume I demuestran la sostenibilidad de los pigmentos fotocatalíticos
La innovación y la sostenibilidad van, sin ninguna duda, de la mano. No se entiende la primera sin la segunda, ni al revés. Si hablamos de innovación en el sector de la arquitectura y la construcción, debemos referirnos a materiales sostenibles, nuevos criterios que contemplen la reducción de la huella ambiental, arquitectura circular, etc. Y, si hablamos de sostenibilidad, es imposible no apuntar a la innovación como factor fundamental para el desarrollo de los proyectos.
En este sentido, son cada vez más los proyectos, materiales y productos que incorporan estos dos conceptos. Algunos ejemplos que ya mencionamos con anterioridad son la pintura solar o los productos ecoactivos, entre otras.
Y, en esta línea, se encuentran también los pigmentos fotocatalíticos desarrollados por el Grupo de Química Inorgánica Medioambiental y Materiales Cerámicos de la Universitat Jaume I de Castelló. Estos pigmentos fueron utilizados para dar color a la azotea de un edificio como prueba piloto. Como parte de un proyecto de investigación, han desarrollado y validado la valorización, transferencia y explotación de pigmentos refrescantes (cooling pigments) y fotocatalíticos de base scheelita para reducir la temperatura de los edificios y disminuir hasta un 20% la contaminación del aire.
¿Qué es la fotocatálisis?
La fotocatálisis es un sistema ecoactivo de limpieza, descontaminante, bactericida y antiolor. Destruye las partículas nocivas para la salud y mantiene todas las superficies limpias y protegidas de los contaminantes más extendidos.
Como comentaba Marco Cesarii en una entrevista, la fotocatálisis es un fenómeno natural que se produce cuando coinciden tres factores: un fotocatalizador, el oxígeno y la luz. La reacción producida es una rápida oxidación que convierte a los óxidos de nitrógeno en nitritos y nitratos, compuestos a base de nitrógeno, que aparecen en forma de sales y se depositan en el suelo.
Es un proceso muy parecido al que observamos al cortar una manzana. En su caso, el catalizador es una enzima que, junto al oxígeno y la luz, produce melaninas con propiedades antimicrobianas, un mecanismo de defensa de los vegetales contra infecciones.
Reducción de la contaminación
Así, los investigadores han trabajado durante los últimos meses en la evaluación de la eficacia de los pigmentos en la azotea del edificio de la Escuela Superior de Tecnología y Ciencias Experimentales de la UJI. Financiadas por la Agencia Valenciana de la Innovación (AVI), estas pruebas han demostrado la capacidad de los pigmentos fotocatalíticos de reducir en cerca de un 20% la contaminación del aire. En especial, los de óxidos de nitrógeno (NOx), los compuestos orgánicos volátiles (COVs) o el monóxido de carbono (CO).
Además, han realizado pruebas también con pigmentos refrescantes que presentan una alta reflectancia infrarroja. Como resultado, los pigmentos rechazaron los rayos de radiación infrarroja de los edificios y disminuyeron la temperatura de la superficie en unos tres grados. Evitando así el efecto de la isla de calor urbano, que se genera cuando las superficies oscuras de envolventes y asfaltados de las ciudades absorben la energía del sol y después la liberan lentamente, provocando que la temperatura de las zonas urbanas sea mayor que la de su alrededor. Y además, aumentando la probabilidad de formación de smogs (nubes contaminantes).
Hace unos años parecía imposible pensar en producto de estas características. Hoy en día es una realidad, demostrando su eficacia y su capacidad de reducir la huella ambiental. Un ejemplo más de que sostenibilidad e innovación siempre suman.