Defender la eficiencia de un material descalificando
El pasado mes de Junio, asistí en Madrid a una Jornada Técnica cuyo contenido trataba sobre determinados «Sistemas para una construcción eficiente» que, como suele ser habitual, resultó ser un evento mucho más comercial que técnico.
En el marco de este título, uno de los ponentes, que representaba a una conocida marca de cerámica española, basó toda su exposición en demostrar las ventajas de una baldosa de porcelánico frente a una de piedra natural como el granito o el mármol.
Así, en un efecto teatral inicial y provocando un gran estruendo, dejó caer una pieza de porcelánico al suelo (que curiosamente estaba reforzada en su cara posterior por una malla de fibra de vidrio) y dijo : «Como podrán comprobar, el porcelánico no ha sufrido alteración, pero les aseguro que si ésta hubiera sido una pieza de granito de 5 cms de espesor, se habría hecho añicos». ( En ese momento yo pensé que a una piedra de diamante, uno de los materiales más duros que produce la naturaleza, le hubiera pasado lo mismo, y nadie se hubiera atrevido a menospreciar sus extraordinarias cualidades por ese hecho).
A partir de ahí, comenzó a ensalzar las ventajas que, a su juicio, tiene el porcelánico sobre la piedra natural, especialmente aquellas logradas a través de los desarrollos tecnológicos que permiten que la pieza cerámica tenga un coeficiente de absorción muy bajo, sea resistente al rayado y se pueda incluso auto limpiar (cerámica fotocatalítica), gracias a las propiedades del dióxido de titanio en su producción (por cierto, compuesto químico muy utilizado en la industria que está siendo objeto de controversia por su posible toxicidad).
En más de una ocasión estuve a punto de levantar la mano, no sólo para decirle que me parecía poco ético y dudosamente profesional atacar de manera injustificada a un producto elaborado a lo largo de más de 300 millones de años en las entrañas de nuestro planeta sino, y sobre todo, para defender un producto, de probada eficiencia y sostenibilidad como la piedra natural que no solo no necesita, como la cerámica, cocerse (según el ponente) a 1280°C (con la tremenda producción de CO2 contaminante que ello conlleva), sino que la originalidad de su aspecto ha dado lugar a innumerables copias realizadas por la empresa del ponente, y otras de su sector, para intentar replicar sus texturas y colores naturales únicos e irrepetibles.
Sin embargo, dado que no se trataba de un foro de debate sino, más bien, de una plataforma de promoción comercial, opté por el silencio. Pero escuchando esta firme (aunque debatible) defensa del porcelánico, pensé que en nuestro sector, no hemos sabido defender con contundencia las enormes ventajas de nuestro producto, en cuanto a eficiencia y sostenibilidad, frente a otras alternativas. Este hecho, unido a su belleza y a su condición de producto natural deberían constituir argumentos decisivos para una elección sensata.
Por ello, voy a intentar, desde este foro, exponer algunas de las ventajas de la piedra natural, sin tener que desacreditar a otros productos sustitutivos.
Dejando al margen los evidentes aspectos estéticos, y centrándonos en las propiedades que hacen de la piedra natural un material idóneo para lograr una construcción eficiente y sostenible, podemos enumerar, a modo de ejemplo, los siguientes:
- El CICLO DE VIDA (Extracción, Fabricación, Distribución, Utilización y Eliminación o Reciclaje): La piedra natural provoca el mínimo impacto sobre la salud humana, la calidad del ecosistema y los recursos naturales ya que utiliza un mínimo consumo de energía y agua en todos sus procesos (Comparativa de 2014 publicada de la base de datos francesa INIES.
- Elevada INERCIA TÉRMICA: La elevada densidad (masa por unidad de superficie) que posee la piedra natural le proporciona una gran inercia térmica (resistencia a modificar su temperatura) dotándola de unas extraordinarias capacidades aislantes y, por tanto, de ahorro de energía.
- Buen AISLANTE ACÚSTICO: No sólo la densidad, sino la rugosidad de algunas piedras, lo que evita, en gran medida, la transmisión de ruidos y vibraciones proporcionando así una gran protección frente al ruido.
- Su GRAN DURABILIDAD, proporciona la posibilidad de la reutilización de piedras que han estado colocadas en edificios antiguos, en nuevas construcciones.
Por último, y no menos importante, se trata de una material IGNÍFUGO que, además, estando sometido a altas temperaturas no desprende gases o elementos contaminantes.
Estoy convencida de que estas propiedades de la piedra natural sean, cada vez más, valoradas tanto por el prescriptor, como por el usuario de la edificación.