Espacios diseñados para potenciar el desarrollo natural de los más pequeños en Nueva Zelanda
Los más pequeños son el futuro. La sostenibilidad y el cuidado del medioambiente depende, en gran parte, de la educación que nosotros, como adultos, le ofrezcamos a nuestros progenitores. Por eso, cuidar nuestros recursos naturales y fomentar el potencial de los niños y niñas son dos ideas clave para lograr conseguir un futuro mejor.
Y esta es la idea que reina en el proyecto de la nueva escuela infantil Greenhithe, en Auckland (Nueva Zelanda). Se trataba de una parcela abandonada y descuidada que, gracias a la visión de New Shoots y a la experiencia profesional de Copeland Associates Architects, se ha convertido en un lugar que entrelaza el entorno con el edificio.
El lugar
La firma local de arquitectura ha conseguido hacer un espacio centrado en la naturaleza para los más pequeños de la zona. Integrando prácticas sostenibles, han conseguido crear un edificio que brinda una sensación de tranquilidad. Además, al mismo tiempo, la experiencia sensorial que provoca hace que el sentimiento de la curiosidad florezca. Así, este lugar se convierte en una plataforma para el crecimiento y el aprendizaje, que fomenta la creatividad y las inquietudes de los más pequeños.
El centro se conforma de tres edificaciones principales. Estos tres edificios forman un patio triangular en su interior, lo que sirve de espacio para la creación de un área de juego. Las cubiertas inclinadas de las edificaciones, a su vez, se elevan hacia el este, lo que permite que, a primera hora de la mañana, la luz energice los espacios de la actividad de los niños. Por otro lado, las ventanas brindan una ventilación pasiva gracias a su operación eléctrica, lo que aporta un flujo de aire natural durante todo el día. Por supuesto, el edifico se ha dotado de un sistema de recogida de agua de lluvia.
Los elementos
Los elementos utilizados se enfocan en los materiales, color, forma, escala y diseño, de tal manera que se logre fomentar la creatividad y la curiosidad. Justo cuando llegan al edificio, los niños caminan a lo largo de un puente de madera elevado, rodeado de vegetación autóctona, un paseo por el que se experimentan diferentes sensaciones.
La estructura
Todo el proyecto está formado por paneles de madera contralaminados y marcos de acero, sistemas que se han prefabricado y montado rápidamente en el sitio, con lo que han conseguido reducir su impacto ambiental a la hora de construirlo. Todo el interior, además, cuenta con paneles de madera laminada cruzada estructural, lo que agrega un vínculo de textura que se conecta con el entorno exterior. Además, los corrimientos acristalados mejoran esta conexión, provocando una sensación de estar en medio de la vegetación de la zona.
Este trabajo de Copeland Associates Architects es resultado del amor por la naturaleza, de los niños, y del futuro. Gracias a la armonización de la arquitectura, los interiores y el mobiliario, han conseguido crear un flujo de continuidad de afuera hacia adentro, haciendo que los dos espacios se conviertan en uno solo.