El problema taxonómico de los edificios españoles

Publicado el 4 julio 2022

La sostenibilidad cada vez es un valor más importante en nuestra sociedad, tanto para los ciudadanos como para las instituciones públicas. La Unión Europea es uno de los organismos más preocupados por la descarbonización y la compatibilidad medioambiental de nuestro planeta. En línea también con los Objetivos de Desarrollo Sostenible que tiene la ONU, la reducción de emisiones es una prioridad para la Comisión y el Parlamento Europeo. En concreto, para poder medir la evolución del sector financiero y el constructivo, se ha impuesto un reglamento taxonómico que clasifica las actividades según su grado de sostenibilidad, y los edificios españoles apenas cumplen con ellos.

Reglamento taxonómico

El progreso económico es un objetivo común de la humanidad desde siempre, pero que ese desarrollo sea sostenible es una aspiración reciente. Para poder evaluar las aportaciones empresariales, los estamentos europeos han establecido un reglamento taxonómico basado en media docena de valores: mitigación al cambio climático, adaptación al cambio climático, agua, economía circular, contaminación y ecosistemas.

Esta normativa funciona bajo el principio de no causar un perjuicio significativo; de forma que, para aprobar la actividad o el edificio en cuestión, debe haber hecho o hacer una aportación significativa, al menos, a uno de los seis objetivos. El texto refundido por los comisarios europeos define este reglamento como un lenguaje común que “intenta orientar la inversión privada a las actividades necesarias para alcanzar la neutralidad energética. Se trata de acelerar la transición acudiendo a todas las soluciones posibles para ayudarnos a alcanzar nuestros objetivos climáticos”.

Para poder acceder a nuevos fondos europeos, cumplir con los criterios taxonómicos es uno de los requisitos que la Comisión Europea tiene previsto imponer dentro del gran Pacto Verde que está impulsando, lo que le otorga una gran relevancia.

Las edificaciones españolas

Una vez puesta en marcha la reglamentación taxonómica, el Green Building Council España (GBCe) ha concluido, tras su análisis, que “apenas un 15% de los edificios ya construidos serían capaces de cumplir más de dos tercios de los criterios que exige la taxonomía europea”, tal y como explica Julia Manzano, experta del Área Técnica de GBCe.

La normativa funciona como un instrumento que facilita la correlación del desarrollo económico con la sostenibilidad y la descarbonización. La precaria situación del parque residencial español puede ser un problema en el medio plazo, ya que podría impedir su acceso a los beneficios de ayudas europeas. “La taxonomía de la UE proporciona al sector de la edificación una explicación detallada de cómo definir una construcción como sostenible basándonos en el objetivo de mitigación del cambio climático, en el de adaptación al cambio climático y, quizás, en otros objetivos ambientales en el futuro”, afirma Ricardo Pedraz, analista de Finanzas Públicas de Analistas Financieros Internacionales (AFI).

Principales déficits

Algunos de los aspectos donde más defrauda la situación española es la falta de utilización de la economía circular como base de los proyectos; de forma que, al menos, un 70%, en peso, de los residuos generados por una construcción o rehabilitación provengan de instalar materiales sostenibles o que los desperdicios puedan reciclarse o ser reutilizados.

Tampoco los edificios españoles aprueban bajo el criterio de mitigación del cambio climático, ya que las reformas y rehabilitaciones que se realizan no mejoran el rendimiento energético de consumo de energía primaria no renovable (o no lo suficiente, según los requerimientos de la taxonomía, que exige mejorar en, al menos, un 30%).

La salud siempre debe ser una prioridad, pero según el estudio de taxonomía en la edificación EU Taxonomy Study: Evaluating the market-readiness of the EU taxonomy criteria for buildings, publicado por GBCe, las construcciones españolas aún están hechas en gran parte por materiales perjudiciales como el amianto, con el grave peligro que eso conlleva.

Es momento de que los edificios españoles se pongan al día y mejoren sus condiciones ambientales para estar a la altura de otros países europeos y, así, no dejar de percibir las diferentes ayudas y fondos que potencialmente merecen.

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