Valle Gagarin, un proyecto de 12.000 viviendas autosuficientes
La independencia energética es un valor que cada vez más personas priorizan en sus proyectos. Algunos estados e instituciones internacionales prosiguen este deseo apostando con fuerza por la autosuficiencia. En Armenia, la Fundación DAR para el Desarrollo Regional y la Competitividad junto con el gobierno estatal, ha lanzado la proyección del proyecto Gagarin. Un valle totalmente sostenible con 12.000 nuevas viviendas y 10.000 especies de plantas a 50 kilómetros de Ereván.
Ecologismo y diversidad
El área de unas 34.000 hectáreas se convertirá en un referente del autoconsumo aprovechando al máximo las propiedades de su ubicación. La inversión prevé la instalación de generadores que se abastecerán con energías verdes. Una de las claves distintivas del proyecto radica en creación de un lugar no solo sostenible energéticamente, sino también diverso en flora. En las 10.000 parcelas disponibles se sembrarán especies que pronto florecerán allí. El mosaico del valle quedará recubierto por toda una superficie verde a imagen y semejanza de un paraíso.
La plantación de esa diversidad de especies permitirá posicionar al Valle Gagarin como un espacio atractivo ineludible del ecoturismo. A partir del año 2026, el gobierno armenio tiene como objetivo atraer a unos 2,5 millones de turistas al año. Este nuevo paradigma repercutirá positivamente en las arcas del proyecto permitiendo nuevas inversiones y así perpetuar la economía circular. Las instalaciones permitirán la observación de especies endémicas de la zona de formas muy diferentes. Las visitas podrán efectuarse con el tradicional paseo a pie, pero también existirán alternativas como hacer el recorrido a caballo o en bicicleta.
El agua, un pilar fundamental
Todas las edificaciones autosuficientes están construidas en torno al lago Sevan, el más grande del Cáucaso. En el plan también se refleja la restauración y ampliación de la ruta del río Hrazdan. La unión de estas dos masas de agua permitirá la instalación de una imponente red de canales, embalses y depósitos de agua. Las plantaciones e instalaciones hidroeléctricas utilizarán esas estructuras para el regadío, la producción de energía limpia y el cuidado de las zonas verdes.
Las inversiones en torno al lago no terminan ahí, ya que se fomentará la acuicultura y la comunicación entre las poblaciones de la zona. El proyecto fructificará a través de infraestructuras y puentes que faciliten el acceso poblacional y la aparición de nuevos santuarios marinos.
Transformación urbanística
En la actualidad el valle donde se va a instalar el proyecto Gagarin está ocupado por varios pueblos campesinos, con una mezcla de construcciones tradicionales y de corte soviético. Todas las edificaciones serán reformadas por nuevos inmuebles eficientes acondicionados para el máximo aprovechamiento energético y de materiales. El diseño se basará en las granjas armenias tradicionales, que serán la inspiración para las casas de nueva construcción, a las que se agregarán techos verdes con vegetación. El proyecto no se limita a los hogares, sino también infraestructuras comunales como un mercado, un centro comercial, un centro para las artes y un estadio hundido para 4.500 visitantes.
Los pobladores indígenas reciclarán sus labores hacia el cultivo sostenible en un centro educativo agrícola, alrededor del cual se concentra la mayor densidad urbanística, con casas apiladas formando aldeas verticales. El objetivo del gobierno es que se pueda acomodar a las 11.000 personas que ya viven en el valle y lograr atraer a 24.000 nuevos habitantes que revitalicen la zona. Que jóvenes decidan reubicarse en zonas rurales es clave para que el sector primario mundial resurja, y si es a través de una metodología de trabajo sostenible mejor para todos.
Rebajar la huella de carbono es una misión de todos los habitantes y gobiernos, gracias a proyectos como este un futuro ecológico está más cerca. La referencia de Yuri Gagarin en el nombre del programa permite visualizar la hazaña que supone un complejo sostenible. La dificultad de construcción de conglomerados urbanísticos autosuficientes no debería ser tan complicado como la llegada al espacio del cosmonauta Yuri Gagarin.