Arquitectura biomimética: diseños inspirados en la naturaleza para construcciones sostenibles
Aristóteles dijo una vez que «el arte imita la vida», una idea que la llamada arquitectura biomimética lleva esta idea al extremo. La filosofía de la biomímesis busca precisamente esto: diseñar edificios y estructuras que imiten la forma, la función y los procesos de los organismos vivos. Este enfoque no solo tiene el potencial de crear estructuras hermosas, sino también de replicar las funciones naturales de los elementos de la naturaleza para crear edificios sostenibles y eficientes.
En este artículo, exploraremos los principios de la arquitectura biomimética y veremos cómo se están aplicando en proyectos de todo el mundo, demostrando que la naturaleza es nuestra fuente más valiosa de inspiración y que podemos aprender mucho de ella al diseñar estructuras armónicas y edificios sostenibles.
¿Qué es la arquitectura biomimética?
En anteriores artículos hemos hablado de la arquitectura bioclimática, aquella que diseña teniendo en cuenta las condiciones climáticas del entorno y las aprovecha para alimentar la energía de los edificios. Aunque este término puede parecer similar al de arquitectura biomimética, ambos son enfoques diferentes del diseño sostenible. La arquitectura bioclimática se centra en el uso de la orientación, la ventilación, la iluminación y los materiales adecuados para aprovechar al máximo las condiciones climáticas locales y minimizar el consumo de energía. La arquitectura biomimética, por otro lado, se inspira en la naturaleza para diseñar edificios y estructuras que imiten los procesos y sistemas naturales, como la fotosíntesis, la termorregulación o la capacidad de adaptación a los cambios.
La búsqueda de inspiración en la naturaleza ha sido desde siempre intrínseca al arte. Así es que la imitación de las formas naturales es algo que muchos arquitectos han tenido en cuenta a lo largo de la historia. Véase el Palacio de Cristal de El Retiro, obra Joseph Paxton inspirada en los patrones de la hoja de lirio, o la Sagrada Familia de Gaudí, una oda a la naturaleza en sí misma.
Con el avance de la sociedad, la importancia de la estética en el diseño ha ido cada vez más de la mano de la preocupación por la sostenibilidad de las construcciones. En este contexto, la arquitectura biomimética se presenta como una solución innovadora para mejorar la eficiencia energética y reducir las emisiones de las infraestructuras sin prescindir de la armonía y la belleza.
Principios de la arquitectura biomimética
El arquitecto británico Michael Pawlyn ha dedicado gran parte de su trayectoria al estudio y aplicación de la arquitectura biomimética. En su obra «Biomimicry in Architecture: Sustainable and Energy-Efficient Building Design» establece seis principios clave de la arquitectura biomimética:
- Conectarse con el lugar: Las estructuras deben diseñarse para estar perfectamente integradas en su entorno, teniendo en cuenta los factores geográficos, climáticos y culturales del mismo.
- Adaptarse al cambio: Estas estructuras deben ser adaptables y flexibles a los cambios de las condiciones cambiantes del entorno y las necesidades de sus ocupantes.
- Utilizar materiales de bajo impacto medioambiental: Los materiales utilizados en la construcción deben tener un impacto ecológico mínimo en todo su ciclo de vida. Esto incluye su extracción, producción, transporte, uso, mantenimiento y eliminación. Priorizar los materiales locales es una de las mejores opciones para conseguir esto.
- Ser energéticamente eficientes: Las estructuras deben ser diseñadas para minimizar el consumo de energía, utilizando para conseguirlo tecnologías innovadoras y soluciones pasivas como la orientación, la ventilación y el aislamiento térmico.
- Seguir procesos de trabajo sostenibles: El proceso de diseño y construcción debe ser sostenible y ético, utilizando prácticas y tecnologías que minimicen el impacto ambiental y fomenten la equidad social.
- “Evolucionar para sobrevivir”: Al igual que la naturaleza, las estructuras deben tener capacidad para evolucionar y crecer con el tiempo, adaptándose a las necesidades cambiantes de los ocupantes y las condiciones del entorno. Por ejemplo, los árboles y las plantas han desarrollado formas de aprovechar al máximo la energía solar y los recursos del suelo, al mismo tiempo que regulan la temperatura y la humedad de su entorno. Los edificios también pueden imitar estos procesos para lograr una mayor eficiencia energética y una mejor regulación térmica.
La arquitectura biomimética en el mundo
La arquitectura biomimética tiene un gran potencial para ayudar a abordar los desafíos de sostenibilidad que enfrenta el mundo actualmente. Por ello, sus soluciones innovadoras soluciones están ganando cada vez mayor aceptación en las estrategias de edificación sostenible y cada vez hay más proyectos que las aplican.
El Edificio Termita, en Zimbabwe
El Edificio Termita de Zimbabwe es un impresionante ejemplo de aplicación de la biomímesis para conseguir la eficiencia energética a través de la autorregulación térmica. Para hacerlo, el arquitecto Mick Pearce se inspiró en la naturaleza de los termiteros africanos, estructuras construidas por termitas africanas para servir como sus hogares y colonias y son capaces de regular la temperatura y la humedad del interior.
Así, el diseño del Edificio Termita, que funciona como centro comercial, incorpora un sistema de ventilación natural que se asemeja al sistema de ventilación de estas estructuras naturales. A través de una serie de conductos, la edificación regula la entrada y salida de aire fresco y caliente para mantener una temperatura constante en su interior sin la necesidad de calefacción o refrigeración artificial. También cuenta con un sistema de recolección de agua de lluvia para reutilizarla en la irrigación de jardines y la generación de energía solar.
Además, para su construcción se utilizaron materiales locales y técnicas de construcción tradicionales, como el tapial, con el objetivo de reducir la huella de carbono.
BIQ House (Hamburgo), el primer edificio del mundo alimentado energéticamente con algas
Otro ejemplo interesante que aplica los principios de la arquitectura biomimética es la BIQ House de Hamburgo, del que ya os hablábamos en nuestro post sobre materiales innovadores. Se trata de la única construcción en el mundo que utiliza algas para alimentar su energía.
Este proyecto está basado en un sistema de fachada bioreactora que utiliza una serie de paneles de vidrio llenos de agua y algas para producir biomasa con la que generar energía. Una vez generada, esta se utiliza para iluminar el edificio, lo que reduce significativamente la dependencia de fuentes de consumo convencionales. Además, este sistema funciona como un controlador climático natural, ya que aprovecha la absorción natural de luz y dióxido de carbono de las algas para regular la temperatura y la calidad del aire en el edificio.
En definitiva, esta filosofía innovadora tiene un futuro prometedor para contribuir a crear ciudades y espacios sostenibles y saludables, reducir el impacto ambiental y alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).