Creando proyectos sostenibles a partir de mazorcas de maíz

Publicado el 5 agosto 2024

El principal reto de la arquitectura actual no es solo diseñar edificios que no contaminen, sino conseguir que su proceso de construcción sea lo más sostenible posible en todas sus fases, desde la adquisición de materiales, hasta el mantenimiento del edificio. Para lograrlo, la nueva normativa europea apuesta por la puesta en marcha de proyectos que utilicen materiales innovadores para reducir el impacto ambiental del sector.

En esta línea, una de las soluciones planteadas es el desarrollo de nuevos materiales con base biológica, fabricados a partir de residuos agrícolas, como el bagazo de caña de azúcar, la paja de arroz, trigo o soja, las cáscaras de cacahuete o pipas de girasol, o el maíz, entre otros.

La aplicación de estos residuos en la construcción trae consigo un triple beneficio ambiental. En primer lugar, disminuye la dependencia de materiales no renovables. En segundo lugar, fomenta la preservación de los recursos naturales. En tercer y último lugar, permite abordar de forma efectiva la gestión de residuos, convirtiéndolos en una materia prima reutilizable.

Transformando residuos agrícolas en materiales de construcción

El grano procedente de la planta del maíz es actualmente el cereal con el mayor volumen de producción a nivel mundial, seguido por el trigo y el arroz, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura. El procesamiento de este alimento, esencial en nuestra dieta, deja tras de sí una gran cantidad de residuos que, en lugar de desecharse, pueden tener una segunda vida gracias a la arquitectura sostenible.

Fuente: Pexels.

La solución para incorporar los residuos de maíz en la construcción comienza por la recogida de mazorcas y tallos de los campos, para posteriormente tratarlos con un proceso de secado. A continuación, se trituran las espigas secas para transformarlas en biomasa primaria.

Una vez molido, el material resultante se mezcla con pigmentos biodegradables, se prensa y se calienta. En esta última fase se utiliza electricidad procedente de fuentes de energía renovables, como paneles solares. Este método asegura el menor impacto ambiental posible en el proceso de transformación de los residuos de maíz.

La elevada temperatura a la que se expone el material, en torno a los 150 grados, activa los polímeros de la biomasa, dando como resultado un material resistente y duradero. De este modo, a base de maíz, es posible crear paneles de revestimiento para paredes interiores o muebles. Además, este material innovador también sirve para el aislamiento térmico de las viviendas.

Además del origen biológico del material, su desarrollo también es sostenible desde el punto de vista logístico, ya que es una opción más ligera y resistente que otros materiales tradicionales, como baldosas cerámicas, utilizados para el mismo fin.

Un edificio construido con tallos de maíz y girasol

El proyecto SAVASCO, que busca desarrollar nuevos materiales con base biológica para minimizar el impacto ambiental de la construcción, ha hecho posible la construcción de un edificio sostenible a partir de tallos de maíz y girasol. En esta iniciativa han participado investigadores del Grupo Interdisciplinar de Ciencia y Tecnología en la Edificación, vinculado a la Escuela Técnica Superior de Arquitectura del Vallès de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC).

Exterior del prototipo. Fuente: UPC.

Este prototipo experimental, presentado en 2022, es una edificación de 5×5 metros, construida a partir de fibras y cortezas de maíz y girasol combinadas con otros materiales, principalmente biopolímeros y tierra. El edificio presenta una estructura ligera de madera sobre la que se han probado fórmulas constructivas diferentes para maximizar la versatilidad de diferentes combinaciones de materiales.

En los cuatro años siguientes a su construcción, se monitorizarán el comportamiento termohídrico y la eficiencia energética de sus materiales para compararlos con los parámetros de otro prototipo del proyecto, construido en las instalaciones de la Universidad de Toulouse en Tarbes (Francia) en unas condiciones climáticas diferentes. Esto permitirá evaluar el rendimiento ambiental, económico y social de los materiales desarrollados.

Interior de la construcción experimental. Fuente: UPC.

Este edificio sostenible se considera una herramienta de investigación viva, que evolucionará con el tiempo para incluir nuevas pruebas de materiales. Para ello, se sustituirán los cierres de investigaciones anteriores, sin necesidad de desmontar la estructura.

La aplicación al campo de la arquitectura de los residuos de la actividad humana promueve la economía circular y fomenta prácticas respetuosas con el medio ambiente. Este sistema permite desarrollar soluciones constructivas innovadoras, que promuevan la sostenibilidad en todas las fases de la cadena de suministro.

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